Llamo rincones a esos lugares de las ciudades, pequeños o grandes pero con encanto. Estambul tiene muchos. En toda la zona que pateé desde el Cuerno de Oro al barrio del Galata, montones de mezquitas con cementerios antiguos y hermosos; barrios con pocos turistas en algunas zonas, otras zonas con mucho turismo, pero todo con gran encanto.
Gato en un pequeño cementerio.
Una de la muchas y hermosas mezquitas.
Paraguas colgados, curiosa sorpresa nos encontramos andando. Este barrio no era especialmente turístico, por lo menos en ese momento. Cerca comimos en un sitio donde los únicos turistas eramos mi hermano y yo. En la misma zona una cafetería donde no todos los camareros hablaban inglés.
Bajo este parral sin hojas, un café turco al sol. Nos encantó. Se notaba que hay una universidad por ahí, mucho movimiento de estudiantes, pero poco turismo en es momento, un lujo.
Pescadores en el Puente del Galata, al fondo se puede apreciar Santa Sofía. Tradición pescar ahí, todo el puente lleno.
En un lateral de Hagia Sophia se llega a ese rincón, al fondo, bajo esas telas, se comen buenos kebah turcos y con gato pidiendo comida.
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