
Arriba, a lo lejos se haya el faro.
Sin palabras. Después de ver la inmensidad del océano, o el universo, se podría decir que hay un Dios creador de tanta armonía y belleza. Pero no hay que irse tan lejos para ver la belleza del mundo. Sólo hay que buscar el lugar idóneo que existe en todos los rincones del planeta. Tanto el árido desierto como la húmeda selva poseen el encanto que uno le quiera dar.




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